Con motivo de la vuelta al cole, a la jornada partida y a la rutina escolar, el Observatorio del Juego Infantil ha publicado un manifiesto para proteger los recreos de los colegios.
Desde diversas asociaciones de padres y madres se nos ha hecho llegar la práctica de “castigar sin patio” o “sin un rato de patio” las conductas inadecuadas de los niños, tal y como se recoge en los planes de convivencia de los centros, incluso en algunos colegios, especialmente fuera de España, la tendencia es a abreviar los tiempos destinados al recreo para evitar problemas potenciales.
Así pues, con el fin de proteger el recreo, como símbolo del descanso, recreación y juego libre, que recoge el artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño, desde el Observatorio del Juego Infantil se ha lanzado el siguiente manifiesto:
Los patios de los colegios constituyen lugares espacio-temporales únicos, donde el recreo se configura como un derecho inalienable.
Desde hace más de un siglo, sabemos que la enseñanza y el aprendizaje deben ser complementados con intervalos de tiempo dedicados al descanso, la recreación y el juego libre. En el tiempo del recreo, el patio se convierte en el escenario en el que el cuerpo se vuelve protagonista, se liberan las tensiones acumuladas del exceso de carga mental de las aulas y se recarga energía mediante la actividad física, gozando de libertad en el espacio exterior y disfrutando con alegría del juego entre iguales.
Nada es más cierto que el recreo es uno de los momentos que niños y niñas viven con más entusiasmo y deseo de aventura. Sin lugar a dudas, el patio es el lugar de mayor intensidad emocional del colegio. Allí se ponen en práctica los conocimientos y valores aprendidos en las clases.
De hecho, la propia palabra “recreo”, del latín recreare, significa crear de nuevo, hacer revivir, reanimar, vivificar los ánimos o las fuerzas. Es todo aquello que repara del trabajo, divierte o deleita, tan fundamental para el correcto desarrollo de la infancia y para el buen funcionamiento de las aulas.
Aunque son pocos, todavía siguen existiendo centros educativos que utilizan como sanción la pérdida del derecho al juego o bien que minimizan los tiempos dedicados al recreo. Desde el Observatorio del Juego Infantil queremos hacer un llamamiento a los centros educativos para que cuiden y preserven ante todo el derecho a jugar. El tiempo y el espacio de recreo no debería constituir la base de ninguna negociación con los niños y las niñas ni el instrumento punitivo para establecer consecuencias sobre conductas indeseadas tanto en el aula como fuera de ella.
El juego es un derecho para la infancia reconocido por la Organización de las Naciones Unidas, al igual que otros derechos como la educación, la alimentación o la sanidad, y tan necesario para el desarrollo saludable infantil como los anteriores. En este sentido, el juego actúa a estas edades como un poderoso escudo protector de la salud psicosocial.
Con todo esto, desde el Observatorio del Juego Infantil se ha lanzado el manifiesto “¡Protejamos el recreo!” que incluye las siguientes reivindicaciones:
- El juego es un derecho que debe ser garantizado, ¡tan importante como la salud y o la educación! Respetar el tiempo y el espacio de juego en los centros educativos es clave para garantizar el aprendizaje y un desarrollo psicosocial saludable.
- Como adulto, ¡da un paso atrás! La labor del adulto debe ser respetuosa con el juego de niños y niñas. Esto implica que, a veces, los adultos tienen que dar un paso atrás o no intervenir directamente. En caso de que el adulto participe, debe ser consciente de que tiene que abandonar el rol directivo y tomar un papel secundario, colaborador en el juego, salvo para establecer límites en la seguridad física o psíquica de los menores.
- Conecta con la naturaleza. Los niños necesitan estar conectados al medio natural. Ofrece oportunidades de juego en entornos donde haya árboles, plantas, tierra y arena antes que en otros espacios artificiales.
- Invítales a experimentar todo tipo de juegos. Las pistas deportivas muestran sólo un modo de uso del espacio que no debería determinar la jornada del recreo. Es importante que se expongan a diversos tipos de juegos: simbólicos, físicos, de mesa, tradicionales. Desde el juego libre inventado por ellos mismos hasta el juego estructurado de normas.
- Ayúdales a fomentar el juego inclusivo desde distintas formas de agruparse. Es esencial que en la niñez experimenten distintas formas de agruparse, grupo-clase, entre distintos grupos de distintas edades, en cuartetos, tríos, parejas, etc. Ningún niño/a debería quedarse solo en el patio. Jugar también significa convivir con niños y niñas de diferentes edades. Los mayores enseñan desde el ejemplo a los pequeños y los pequeños enseñan a adaptar su lenguaje y su pensamiento a los mayores.
- Invítales a experimentar con todos los sentidos. En una época predominantemente visual y digital, ayúdales a realizar actividades que pongan en juego todos sus sentidos. El tocar, oler, escuchar, sentir y observar son capacidades que merecen la pena ser cultivadas.
- Dale una vuelta al material de juego. Los materiales deportivos son un excelente complemento que puede enriquecer el juego. Igualmente importante son otro tipo de materiales que inviten a la expresión artística como disfraces, instrumentos o pinturas. Y, si no se tienen ciertos materiales quizás puedan ser creados y elaborados por los niños y niñas.
- Incítales a cambiar el ritmo. Cualquier juego puede cambiar por completo si se modifica la velocidad de los juegos. Ante la aceleración predominante en la vida, sugiéreles alteraciones en el ritmo de los juegos, para que puedan apreciar otros detalles que la velocidad no siempre permite percibir.
- Los niños y niñas tienen que ser corresponsables de la organización del recreo y de sus propias actividades. Hay que preguntarles, dejarles decidir y dejarles hacer. Así, colectivamente aprenden a tomar decisiones, respetar y a tolerar sus diferencias e identificar sus similitudes.
- ¡No te olvides de divertirte y hacer disfrutar a los demás! El patio es un lugar para experimentar emociones de todo tipo pero ante todo tiene que ser un lugar amable para todos y todas. Invita a los niños y niñas a pensar cómo un juego puede ser más divertido no sólo para sí mismo sino para los demás. Ayuda a los niños y niñas a vivir con alegría, entusiasmo y optimismo la aventura de jugar.